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Carl Duisberg

Nota de Prensa
18 de Diciembre de 2014

Gas venenoso, trabajos forzados y apoyo a los nazis

Se cambia el nombre de las calles Carl Duisberg

Las ciudades alemanas de Dortmund y Luedenscheid han decidido cambiar el nombre de las calles que llevaban el nombre del ex director general de BAYER Carl Duisberg. Hay iniciativas similares también en Frankfurt, Wuppertal, Krefeld y Leverkusen.

Carl Duisberg (1861-1935) llegó a la presidencia de BAYER en 1912. Por su responsabilidad en la producción de gas venenoso y en la utilización de trabajos forzados, las ciudades de Dortmund y Luedenscheid han decidido cambiar el nombre de las “Carl-Duisberg-Straßen”. También en Wuppertal, la ciudad natal de Carl Duisberg, y en Leverkusen, donde hoy se encuentra la sede central de BAYER, hay iniciativas para cambiar el nombre de esas calles.

Dortmund, con 580.000 habitantes, es la mayor ciudad de la cuenca del Ruhr. Los historiadores de los archivos de la ciudad llegaron a la siguiente conclusión: “Durante la Primera Guerra Mundial, bajo su presidencia se fabricó gas venenoso para su utilización en la guerra. (…) Duisberg se encontraba entre los industriales alemanes más destacados que durante la guerra impulsaron la deportación ilegal de civiles belgas a Alemania para utilizarlos como trabajadores forzados. (…) Carl Duisberg fue miembro activo de la antisemita Alldeutscher Verband (Liga Pangermana). Como patriarca de la empresa, rechazó terminantemente los sindicatos hasta el día de su muerte”. El informe completo se puede consultar aquí (en alemán).

La carta que Bayer envió con el propósito de evitar el cambio de nombre en el último minuto no tuvo ya ningún efecto. El cambio se produjo con el voto favorable de todos los grandes partidos.

Jan Pehrke, miembro de la presidencia de Coordinación contra los peligros de BAYER, se congratula del resultado de la votación: „Carl Duisberg acumuló beneficios, literalmente, sobre una montaña de cadáveres. Su responsabilidad en la utilización de gas venenoso, en la explotación forzada de trabajadores belgas y su estrecha colaboración con el régimen nazi no hacen de él ningún modelo para las generaciones futuras”. La CBG reclama el cambio de denominación de las escuelas que llevan su nombre (por ejemplo, el Instituto de enseñanza media Carl Duisberg, en Wuppertal), calles (en Bonn, Krefeld, Dormagen, Marl, Dortmund y Leverkusen), así como de los Centros sin ánimo de lucro Carl Duisberg. La asociación ha remitido también una carta al alcalde de Leverkusen reclamándole que se le retire a Duisberg el título de ciudadano de honor.

En otoño de 1916, Duisberg se quejó de la escasez de mano de obra y reclamó la utilización de trabajadores forzados con la frase: “Abran el gran vivero humano de Bélgica”. El ministerio de Interior del Reich asumió la propuesta de la industria e hizo deportar a alrededor de 60.000 belgas, lo que levantó protestas internacionales. Esta deportación fue la precursora del programa de trabajos forzados, mucho más amplio, de la 2ª Guerra Mundial.

Al mismo tiempo, Carl Duisberg desarrolló junto con Fritz Haber gases venenosos como el “cruz verde” y el “gas mostaza”, los probó por primera vez en el frente e impulsó vehementemente su utilización, a sabiendas de que contravenían la Convención de La Haya. Duisberg elogió con entusiasmo la muerte química: “Cuando el terreno ha sido rociado con agentes químicos, los enemigos no tienen la menor idea del peligro en que se encuentran, y permanecen allí tranquilamente hasta que las consecuencias se hacen palpables”. En Leverkusen se abrió una escuela específica dedicada a las aplicaciones bélicas de los gases. Al final de la guerra, Duisberg y Haber estaban en la lista de personas buscadas por los aliados y temían ser procesados como criminales de guerra.

El mayor éxito de Carl Duisberg fue la fundación de IG Farben, en 1925, de cuyo Consejo de Administración asumió la presidencia. Duisberg logró la fusión de la industria química alemana e hizo de IG Farben la mayor empresa de Europa durante muchos años.

Duisberg se posicionó en contra de la República de Weimar. Promovió donaciones de la industria a partidos conservadores y nacionalistas y, más adelante, a partir de 1930, también al Partido Nacional Socialista. En 1931, Duisberg manifestó: "El pueblo alemán clama incesantemente por un caudillo que lo libere de su insoportable situación. Si se presenta un hombre que se muestra libre de cualquier traba, habrá que seguirle incondicionalmente”. Ese mismo año, en un discurso ante la Cámara de Comercio e Industria de Duesseldorf, Duisberg pidió la creación de un bloque económico europeo bajo dominio alemán.

Como contrapartida a sus donaciones millonarias, IG Farben recibió de los nacionalsocialistas garantías para la venta de combustibles sintéticos y caucho. Ninguna otra empresa colaboró en adelante de manera tan estrecha con el Tercer Reich. Con motivo de su jubilación, Duisberg declaró: “Me alegro de poder pasar el atardecer de la vida bajo nuestro Führer, Adolf Hitler." Hitler, por su parte, mostró sus condolencias a la muerte de Duisberg, en 1935: "La química alemana pierde con él a uno de sus primeros pioneros y a un exitoso líder, y la economía alemana a uno de sus más grandes organizadores. Su nombre será siempre honrado en Alemania."

Ya a finales del S. XIX, Carl Duisberg no tuvo reparos en comercializar la heroína como un remedio para la tos, supuestamente inocuo. BAYER publicitaba entonces por todo el mundo sus “milagrosos remedios” aspirina y heroína. Cuando un investigador advirtió del potencial adictivo de la heroína, Duisberg, en aquel momento apoderado de BAYER, manifestó que había que “tapar la boca a los adversarios”. Aunque el peligro de adicción pronto se hizo evidente, la compañía continuó con su lucrativa comercialización por muchas décadas.

Jan Pehrke, de Coordinación contra los Peligros de BAYER, concluye: “Carl Duisberg fue un nacionalista convencido, una personalidad patriarcal y dominante y un enemigo acérrimo de los sindicatos. Se puede describir a Duisberg como un “genio criminal” que subordinó la moral a los negocios.” Traducido por Javier Fernández Retenaga (Tlaxcala)

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